Aprendizajes y sabiduría de Hope
- Leadership Collaborative

- 5 dic
- 2 Min. de lectura
por Angela Chioma Ogu, SSL
Sisters of St. Louis (Hermanas de San Luis)
Han pasado seis meses desde la hermosa experiencia de HOPE 2025 en Roma, organizada por Leadership Collaborative. El encuentro, que reunió a 300 hermanas menores de 65 años de diferentes países y congregaciones durante cinco días, sigue siendo memorable y refrescante para mí.

Cuando recuerdo las lecciones y la sabiduría sacada de las diversas conversaciones, me encuentro de nuevo resonando con estos aspectos: la vulnerabilidad, el lamento, el duelo y la celebración que cada una de nosotras vivimos mientras lideramos, ejercemos nuestro ministerio y llevamos cabo nuestra vocación.
El tema de esta reflexión, que surgió del compartir de una de las participantes, ha seguido suscitando reflexiones y llamando a una mayor conexión con otras hermanas religiosas, con el fin de construir una relación más positiva como parte del trabajo para cerrar las brechas en nuestro espacio. También nos ha seguido recordando que estamos en un camino. Un camino que aún se está desarrollando, un camino en medio de otros caminos, como los cambios actuales a los que se está enfrentando el mundo en general, los cambios y la innovación en la Iglesia, como la sinodalidad, el impresionante llamado y recordatorio del papa Francisco a la Iglesia de que todos y todas estamos llamadas a vivir nuestras vidas en unidad. Y así, hoy estamos llamadas a la colaboración dentro de la Iglesia.
Con esta invitación, surgió la pregunta: ¿podría este recordatorio estar relacionado con la pregunta “¿y si el mayor regalo para la vida religiosa aún no ha sucedido?”* ¿Podría ser una demostración de que nuestra interculturalidad es una invitación a la apertura, la atención y la conciencia de que el camino no tiene fin?
Se nos recuerda que debemos vivir nuestra vocación de maneras más dignas a nuestro estado de vida, llamadas a la invitación por la defensa, a la necesidad de ser más visibles en nuestras misiones y ministerios a través de la denuncia, mostrando de maneras más práctica nuestra unidad en la diversidad, rompiendo las barreras, encontrando diferentes maneras de hacer la vida religiosa más atractiva para los más jóvenes y creando espacios seguros donde podamos compartir nuestra verdad independientemente de dónde venimos o de nuestra congregación religiosa. Y, por último, vernos como una unidad y respetar a todos y todas, teniendo en cuenta que somos personas de ESPERANZA.
La respuesta sigue siendo aquello a lo que probablemente cada una de nosotras está llamada a responder, basándose en la voluntad de cada una a contribuir, a crear un espacio donde las invitaciones enumeradas puedan practicarse, experimentarse y nutrirse con la ESPERANZA de que el mayor regalo de la vida religiosa podría suceder si aún no hubiera sucedido.
Mi especial agradecimiento a todos los patrocinadores de HOPE 2025.
*Esta cita es de la Hermana Teresa (Terry) Maya, CCVI, quien planteó la pregunta por primera vez durante una conferencia en el Boston College en marzo de 2017.








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