por Grace Akunna John-Emezi, HHCJ, Administradora del hospital y miembro de la cohorte 10 del CLDP
El liderazgo adquiere un significado profundo cuando la vida es difícil, especialmente en entornos donde los recursos son limitados. Imagina trabajar en un hospital rural de Nigeria, sin electricidad, rodeada de pacientes que buscan en ti esperanza y salud. En esos momentos, el liderazgo no tiene que ver con títulos o autoridad, sino con resiliencia, creatividad y compasión.
No se trata de lo que puede hacerse fácilmente, sino de lo que se debe hacer con fidelidad a pesar de las circunstancias. En el Hospital Ancilla Ihitte de Ezinihitte, en el Estado de Imo (Nigeria), donde trabajo, a medida que se acerca la oscuridad, debo brillar con más intensidad. Siempre intentamos mantener nuestra moral alta, recordando a todos nuestro propósito de salvar vidas, proporcionar cuidados y ofrecer consuelo, incluso cuando parece imposible.
El liderazgo en esos momentos consiste en mantener la calma en medio del caos. Por ejemplo, en Ihitte, donde trabajamos, la última vez que disfrutamos de electricidad fue durante la Semana Santa de 2024. Tampoco tenemos un convento decente para vivir. Ocho hermanas viven dentro del hospital y son acosadas constantemente por pacientes y familiares de pacientes. Estamos expuestas a enfermedades y estamos constantemente trabajando, aun cuando allá un paro laboral. Como líderes, debemos seguir siendo resilientes ante estos retos para dar esperanza a las personas.
El ser ingeniosa es un rasgo crucial del liderazgo en estos entornos. Sin electricidad, nuestro nivel de atención se ve comprometido, además que algunas vacunas deben mantenerse bajo cadena de frío para no sufrir problemas de potencia. Nuestra responsabilidad como líderes es encontrar formas de sortear estas situaciones para mantener el sistema funcionando.
A veces los pacientes del hospital están angustiados, y el equipo puede estar al límite por falta de luz. Una mujer está de parto y no hay electricidad. Nuestras funciones de liderazgo nos obligan a ser ingeniosas, ofreciendo seguridad y esperanza a quienes nos observan.
La fe también es una fuente de fortaleza. En nuestros entornos rurales, donde la espiritualidad y la religión a menudo desempeñan un papel importante, encuentro consuelo en su fe y, a su vez, ofrecemos ese mismo consuelo a los demás, a través de la oración, palabras de aliento o simplemente sosteniendo la esperanza, al mismo tiempo que construimos puentes. Siempre intento inspirar confianza sabiendo que, aunque la situación es difícil, no estamos solas.
En última instancia, el liderazgo en estos tiempos tan difíciles consiste en la adaptabilidad, la empatía y el compromiso inquebrantable con la misión. Se trata de darse cuenta de que, incluso sin electricidad, sin las condiciones ideales, podemos seguir liderando con luz, aprovechando la fuerza interior, la comunidad y un profundo sentido de propósito. Al hacerlo, transformamos un momento de crisis en una oportunidad para la resiliencia y el crecimiento colectivo.
Fotos del hospital donde trabaja la Hna. Grace.
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